Hay cosas que merecen importancia como la propia vida de las que no se puede uno olvidar y por el simple hecho de existir y saber su importancia, siempre aparecen de nuevo en nuestro camino cuando se ha de realizar alguna acción, por ejemplo, para algo que si no se soluciona su desenvolvimiento existen graves razones para la propia vida. Tener ropa, tener ropa adecuada para el frío, tener la talla, el color adecuado, que como decisiones de conducta permitan nuevas acciones sobre lo conocido. Para andar otro peldaño mas en una escalera que puede ser que no cese, pero que hay que recorrer, siempre, hacia lo que se percibe como logro, que puede ser por ejemplo comida diaria que nos permita andar, o volar, que son energias consumibles imprescindibles. Estar dispuesto para acciones, como poder llegar a una edad de cien años, o vivir en otros mundos, acabando con la impotencia de no saber que hay mas allá, y no estar de paso en nuestra vida sin remedio de muerte que se sabe inexorable, por desconocida, que pueda ser vencida algún día. Pero como todo tiende a lo conocido como infinito, infinito hacia atrás y hacia delante, o del ayer y del mañana, la propia vida hace que todos vayamos a conseguir rutas que aseguren el futuro, como en el caso del suicidio que pretende, en teoría, librarse de males inaguantables para la persona sensible que ve perdida su existencia, en asuntos de los que se aparta para siempre, como realidades mas fuertes en su energía, producida en la misma vida. Vivir, comer, respirar, necesitan un marco donde se pueda sostener todo un montaje para la materia que se desea dominar, así maquinaciones tras maquinaciones se trata de saberlo todo, para volar aunque no se tengan alas.
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